El Calcolítico o Eneolítico es la Edad del Cobre. Esta fase es, a menudo, difícil de definir, pues la presencia de objetos de cobre no siempre supone un cambio cultural importante respecto al Neolítico, por lo que suele tratarse como un estadio intermedio entre el final de la edad de Piedra Mesolítico y la Edad del Bronce. No obstante, es posible utilizar esta denominación para algunas culturas, que presentan rasgos claramente diferenciados; en el periodo que transcurre entre el cuarto y el segundo milenio a. C.. Quizá convenga aclarar que no se tratarán aquí las culturas del tercer milenio del Egeo (Cicládico y Minoico), por considerarlas más avanzadas, en la línea de otras del Próximo Oriente, tal vez protohistóricas y incluso podrían incluirse en los inicios de la Historia antigua del mundo preclásico.
El cobre aparece hace más de 6.000 años, a finales del Neolítico, en Oriente Medio, en forma de objetos martillados a partir de pepitas de metal nativo. La fundición es algo posterior y penetra en Europa a través del Cáucaso y Anatolia en el IV milenio a. C. Aunque hay especialistas que sostienen un descubrimiento autóctono del cobre en el sureste de Europa, tan antiguo como el de Oriente.
Un segundo foco metalúrgico local se sitúa al sur de la península Ibérica, donde los yacimientos cupríferos de Almería atrajeron exploradores orientales que, por aculturación, provocaron el nacimiento de la cultura de Los Millares (Almería) que se desarrolla a lo largo del III milenio a. C. Al parecer, el cobre hispano, rico en arsénico, tenía mayor calidad que el cobre puro (aunque sin llegar a igualar al bronce). Los contactos comerciales de gentes del otro extremo del Mediterráneo con indígenas almerienses aumentaron su riqueza y complejidad social. Aunque Los Millares mantienen las tradiciones megalíticas funerarias, su estructura social es, sin duda, mucho más compleja que en el Neolítico final; de hecho los dólmenes almerienses pasan a ser sepulcros de corredor con cámara de falsa cúpula, es decir, auténticos tholoi y aparecen impresionantes estructuras defensivas en el poblado epónimo y en otros de la misma zona. Innegable es la influencia del mediterráneo oriental en la aparición de ciertos objetos, algunos relativamente abundantes, como los idolillos oculados de inspiración cicládica, y otros más raros como cerámicas egeas, puñalitos egipcios y otras piezas de marfil y alabastro.
La tercera gran incursión del cobre viene de la mano de la cerámica cordada, propia de gentes de originarias de las estepas del este. Sin embargo hay, por toda la zona que ocuparon, una gran diversidad cultural con una serie de rasgos comunes que podemos sintetizar en los siguientes puntos:
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- Las costumbre funerarias de enterramiento individual o colectivo, en una pequeña cámara funeraria semisubterránea en forma de pequeña cabaña de madera, todo ello bajo un túmulo llamado Kurgán. Los sacrificios de ganado para formar parte de las ofrendas al difunto. La colocación contraída del cadáver e intensamente rociado con ocre rojo
- El ajuar más característico suele incluir las denominadas cerámicas cordadas (es decir, decoradas con impresiones de curedas), las hachas-martillo con enmangue directo (llamadas hachas de combate, y que parecen réplicas en piedra de piezas metálicas sumerias o anatolias) y, si el individuo era de alta posición social, piezas exóticas de clara influencia oriental (vasos y apliques de plata, adornos repujados de oro y algunos objetos de cobre, entre otros).
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