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La Prehistoria
viernes, 18 de noviembre de 2011
Edad de los metales en Europa
El Calcolítico o Eneolítico es la Edad del Cobre. Esta fase es, a menudo, difícil de definir, pues la presencia de objetos de cobre no siempre supone un cambio cultural importante respecto al Neolítico, por lo que suele tratarse como un estadio intermedio entre el final de la edad de Piedra Mesolítico y la Edad del Bronce. No obstante, es posible utilizar esta denominación para algunas culturas, que presentan rasgos claramente diferenciados; en el periodo que transcurre entre el cuarto y el segundo milenio a. C.. Quizá convenga aclarar que no se tratarán aquí las culturas del tercer milenio del Egeo (Cicládico y Minoico), por considerarlas más avanzadas, en la línea de otras del Próximo Oriente, tal vez protohistóricas y incluso podrían incluirse en los inicios de la Historia antigua del mundo preclásico.
El cobre aparece hace más de 6.000 años, a finales del Neolítico, en Oriente Medio, en forma de objetos martillados a partir de pepitas de metal nativo. La fundición es algo posterior y penetra en Europa a través del Cáucaso y Anatolia en el IV milenio a. C. Aunque hay especialistas que sostienen un descubrimiento autóctono del cobre en el sureste de Europa, tan antiguo como el de Oriente.
Un segundo foco metalúrgico local se sitúa al sur de la península Ibérica, donde los yacimientos cupríferos de Almería atrajeron exploradores orientales que, por aculturación, provocaron el nacimiento de la cultura de Los Millares (Almería) que se desarrolla a lo largo del III milenio a. C. Al parecer, el cobre hispano, rico en arsénico, tenía mayor calidad que el cobre puro (aunque sin llegar a igualar al bronce). Los contactos comerciales de gentes del otro extremo del Mediterráneo con indígenas almerienses aumentaron su riqueza y complejidad social. Aunque Los Millares mantienen las tradiciones megalíticas funerarias, su estructura social es, sin duda, mucho más compleja que en el Neolítico final; de hecho los dólmenes almerienses pasan a ser sepulcros de corredor con cámara de falsa cúpula, es decir, auténticos tholoi y aparecen impresionantes estructuras defensivas en el poblado epónimo y en otros de la misma zona. Innegable es la influencia del mediterráneo oriental en la aparición de ciertos objetos, algunos relativamente abundantes, como los idolillos oculados de inspiración cicládica, y otros más raros como cerámicas egeas, puñalitos egipcios y otras piezas de marfil y alabastro.
La tercera gran incursión del cobre viene de la mano de la cerámica cordada, propia de gentes de originarias de las estepas del este. Sin embargo hay, por toda la zona que ocuparon, una gran diversidad cultural con una serie de rasgos comunes que podemos sintetizar en los siguientes puntos:
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- Las costumbre funerarias de enterramiento individual o colectivo, en una pequeña cámara funeraria semisubterránea en forma de pequeña cabaña de madera, todo ello bajo un túmulo llamado Kurgán. Los sacrificios de ganado para formar parte de las ofrendas al difunto. La colocación contraída del cadáver e intensamente rociado con ocre rojo
- El ajuar más característico suele incluir las denominadas cerámicas cordadas (es decir, decoradas con impresiones de curedas), las hachas-martillo con enmangue directo (llamadas hachas de combate, y que parecen réplicas en piedra de piezas metálicas sumerias o anatolias) y, si el individuo era de alta posición social, piezas exóticas de clara influencia oriental (vasos y apliques de plata, adornos repujados de oro y algunos objetos de cobre, entre otros).
Edad de Piedra europea
La Edad de la piedra europea sigue dividiéndose en tres etapas, siguiendo las propuestas de John Lubbock en 1865 que separó el Paleolítico y el Neolítico. A éstas se unió el Mesolítico, gracias al descubrimiento del Tardenoisiense por Gabriel de Mortillet etre 1885 y 1897. Más tarde las tres edades de la piedra fueron precisadas y enriquecidas por las propuestas del abate Breuil en 1932. Desde entonces, aunque se hayan cambiado los cuadros de referencia y muchos conceptos erróneos, la división apenas ha sufrido alteraciones relevantes.
- Paleolítico, la primera fase, o Edad Antigua de la Piedra: Es el periodo más antiguo y largo de la historia europea; comenzaría hace aproximadamente un millón de años con la llegada de los primeros humanos (bien Homo ergaster, bien Homo antecessor). Durante el Paleolítico europeo se suceden, después, otros tipos: Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis y Homo sapiens sapiens; este último vino a través de otra migración provocando la extinción de los neandertales hace 50.000 años.
- Epipaleolítico/Mesolitítico, la fase intermedia o Edad Media de la Piedra: se refiere al periodo que transcurre desde la retirada del último glaciar (hace unos 12 000 años), hasta la llegada del Neolítico (hace unos 5000 años). Actualmente se discrimina entre culturas epipaleolíticas (aquellas que mantienen el modo de vida propio del Paleolítico, sin cambios sustanciales, como ocurre con el Aziliense, por ejemplo), de las denominadas culturas mesolíticas (aquéllas que muestran una tendencia a evolucionar hacia la sedentarización y otros rasgos propios de lo que luego será el Neolítico, tal es el caso del Tardenoisiense).
- Neolítico, la última fase o Edad Moderna de la piedra: el Neolítico llega a Europa desde el Próximo oriente a través de los Balcanes y la cuenca Mediterránea en el sexto milenio aunque hay constancia, ya en el VII milenio a. C. de culturas neolíticas (o protoneolíticas) sin cerámica y sin hachas pulimentadas en la zona de los Balcanes: se trata de pueblos con una agricultura rudimentaria, itinerante; ganadería, caza, pesca y recolección, y numerosas pervivencias epipaleolíticas (hábitats en cuevas, utillaje, etc.).
Prehistoria de Europa
Es innegable que Europa, durante toda su Prehistoria, fue tributaria de los avances de África y Oriente Medio. Si exceptuamos la cultura Musteriense y quizá la Auriñaciense junto con el desarrollo del Arte paleolítico; además de la Cultura megalítica o la Cultura del vaso Campaniforme, todos los progresos registrados en esta fase de la Historia europea son importaciones foráneas. Esta afirmación podría considerarse excesivamente difusionista, pero sólo la aparición de la cultura clásica grecorromana pone a Europa a la altura de las grandes civilizaciones de otros continentes.
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